Estos días que hay más personas que cuculíes en las calles, mi hermanito y yo hemos decidido tomarnos un descanso en el trabajo para quedarnos en casa viendo cómo todo se va llenando de bombitas y campanas. Nos pasamos horas boquiabiertos mirando cómo nuestros parientes humanos han disfrazado las paredes. Movemos los bigotes, nos miramos, levantamos el cuello hipnotizados otra vez. Cuando a mi hermanito Dringo se le va ocurriendo una idea malévola mueve el rabo sospechosamente, pone ojos de bolita y se lanza al ruedo. ¡Juaz!, de un salto y un golpe botó la guirnalda de la puerta. "¿Qué rayos es esto?", dice mientras tantea la textura. Mientras él es embargado por la curiosidad a mí me va llenando el horror por los juegos pirotécnicos. Con mis compañeros de azotea estamos de acuerdo con que dichos ruidos son un total atropello a nuestros derechos felinos, caninos y demás inos, pero debido a que me he visto envuelto en numerosos escándalos últimamente no tomaré partido de este asunto para no politizarlo.
jueves, diciembre 20
ESTOS DÍAS
Publicado por Ptolo en 7:44 a. m. 0 comentarios
miércoles, diciembre 12
PARARARÁN PAM POM POM
Lunes por la noche. Mi asistente y yo nos encontrábamos debidamente arropados para entregarnos de lleno al sublime placer del sueño. Como siempre, instantes previos me lavé la carita y engominé mi retinto pelaje con amilasa salival. Extendí mis garritas para abrazarme a su tobillo-almohada y lancé el suspiro que suele dar pase a melifluos momentos como ése. Ya había notado que mi pequeña Anasia aún estaba pestañeando muy concentrada mirando el techo.
Publicado por Ptolo en 9:55 a. m. 0 comentarios
domingo, diciembre 9
viernes, diciembre 7
POR UNA CABEZA
No lo volveremos a hacer. Al menos gratis, no. Esta madrugada contraté a un par de amigos cantantes para que me ayudaran a entonarle unas rancheras a mi amada Priscila, una minina dueña de fascinante belleza y garbo que me traen babeando como gatito con rabia. Íbamos de los mejor, entonando La calandria en re mayor (más o menos la cuarta canción) cuando de algún lugar lejano oímos gritos. Creímos, entonces, que éramos ovacionados por el público así que, cual barítonos, henchimos más el pecho y le subimos el volúmen a nuestra melodía. Estuve a punto de irme con palmas al concluir Mi destino fue quererte cuando un zapato volador apareció de oeste a este impactando justo delante de uno de mis camaradas quien horripilado salió disparado del escenario. Yo, quien siempre fui y seré un gatito que los tiene muy bien puestos, traté de arreglar el impase con la autora de dicha afrenta, la vecina L.
"¿Algún problema, vecina?", le dije. Pero era muy tarde, estaba totalmente fuera de sí y entonces sucedió. Nos empapó hasta el último hermoso poro y no contenta con ello nos arrojó todo cuanto encontró a su lado porque del cielo nos caían cosas tan inusuales como vergonzosas y fétidas. Conocedores del asunto, algunos amigos de las leyes me han ofrecido su ayuda desinteresada para subsanar esta deshonra. Juntaré las pruebas respectivas y veremos. Aunque no descarto que con el paso de los días pueda recibir las disculpas del caso, de lo contrario, señora L., nos veremos en los tribunales.
Ahora bien, dicho impase trajo cola. Enterada de la trifulca de esta madrugada, mi asistente amenaza con extirpar mi masculinidad "para que esté más tranquilo". Ciudadanos del mundo, una tan desequilibrada como pequeña mujer amenaza con privarlos de la diseminación de mis genes y belleza, ¡en qué momento comenzó el fin del mundo, miserables!
Enojados por todo esto, mis compañeros líricos y yo, hemos tomado la lamentable decisión de no volver a presentarnos gratis en público y sin las medidas de seguridad del caso. Afortunadamente, el congreso se está preocupando cada vez más por los espectáculos públicos. Muy pronto les alcanzaré nuestro repertorio y los honorarios respetivos. Me voy indignado.
Arrumacos felinos
Publicado por Ptolo en 8:07 a. m. 2 comentarios
miércoles, diciembre 5
REFLEXIONES MATINALES
Campo y anchura para la hermosura. Esta mañana llegaba raudo a la hora del desayuno luego de una gratificante noche de serenatas a mi bella novia cuando me encontré con la pequeña Anasia, mi asistente, despierta ¡a las 8 de la mañana, con mandil y cuaderno bajo el brazo!, supuse que su ya tan mentada huelga universitaria había concluido, pero grande fue mi sorpresa al enterarme que en realidad estaba yendo a una campaña de desparasitación gratuita a infelices canes cuyos dueños los tienen en situación de abandono. Le eché mi verduzca mirada a modo de bendición y de paso le estiré mi patita hacia mi táper de Whiskas para que no se le olvide cumplir con sus deberes hacia mí. La pobre, que anda cada vez más torombola, me dejó un poco de conejina en lugar de mis galletitas felinas, me percaté de su estado semiinconsciente, semidespierto, semidespeinado, así que me limité a agradecerle el gesto y esperar que otro de mis parientes humanos apareciera por nuestro comedor para que me sirviera el desayuno. Complacido ya de mis gástricas necesidades me he sentado en la terraza de mi casa desde donde puedo ver el parque de la vuelta, los niños y sus violentos juegos y a mi querida minima acicalándose el rayado pelambre en la ventana de su departamento. Le muevo mis orejitas porque ella sabe que es mi forma de decirle que la quiero y ella enrosca su rabito en respuesta. Nos dedicamos a mirarnos. Si los humanos supieran tener el silencio como arma de seducción otra sería la historia, cómo no. Si no, pequeñas ardillas salvajes, mírennos a nosotros los gatos, siempre silenciosos y con una vida amorosa plena.
Acaba de llamar mi pequeña asistente con el cuento que le madrugaron la billetera en el micro. No creo que haya perdido mucho, siempre carga moneditas nada más. Una lástima, sin embargo, que mi mejor fotografía se encontrara allí y ahora esté en manos de inescrupulosos.
Con esa lamentable noticia me despido de ustedes por hoy.
Arrumacos felinos
Publicado por Ptolo en 7:37 a. m. 2 comentarios
martes, diciembre 4
AQUÍ NO HAY GATO ENCERRADO
Como comprenderán, pequeñas ardillas salvajes, el tiempo no es algo que sobreabunde en mi vida. En este preciso instante iré a consumir mis balanceados alimentos para luego relevarle el turno a mi compañero de trabajo. Nosotros somos vigilantes profesionales, un oficio del cual me enorgullezco. Esta semana me toca rondar la cuadra por la tarde, eso me da tiempo por las noches para engalanar con mi canto a cierta minina que me eriza los bigotes de loca pasión, otro día les contaré esa perturbadora historia. Ahora debo irme no sin antes hacerles saber que dirigirme a ustedes hoy fue tan jocundo en su caso como en el mío.
Publicado por Ptolo en 10:01 a. m. 0 comentarios