jueves, diciembre 20

ESTOS DÍAS

Estos días que hay más personas que cuculíes en las calles, mi hermanito y yo hemos decidido tomarnos un descanso en el trabajo para quedarnos en casa viendo cómo todo se va llenando de bombitas y campanas. Nos pasamos horas boquiabiertos mirando cómo nuestros parientes humanos han disfrazado las paredes. Movemos los bigotes, nos miramos, levantamos el cuello hipnotizados otra vez. Cuando a mi hermanito Dringo se le va ocurriendo una idea malévola mueve el rabo sospechosamente, pone ojos de bolita y se lanza al ruedo. ¡Juaz!, de un salto y un golpe botó la guirnalda de la puerta. "¿Qué rayos es esto?", dice mientras tantea la textura. Mientras él es embargado por la curiosidad a mí me va llenando el horror por los juegos pirotécnicos. Con mis compañeros de azotea estamos de acuerdo con que dichos ruidos son un total atropello a nuestros derechos felinos, caninos y demás inos, pero debido a que me he visto envuelto en numerosos escándalos últimamente no tomaré partido de este asunto para no politizarlo.

La verdad es que yo no entiendo muy bien este asunto de la navidad, es como un poco de tortura mezclado con felicidad; sin embargo, recuerdo muy bien que cada año recibo un regalito por estas fechas. Cuando era pequeño me regalaron una pelotita de colores que usé hasta que me fue sustraída por algún mal elemento. El año pasado me regalaron un tratamiento que dejó mi pelito como abrigo de mink (cosa que jamás usaría, por su puesto, sólo necesitaba la palabrita para darle power a la analogía). Este año, mi hermanito y yo, nos estamos afilando los colmillitos pensando en cuán jugoso nos gustaría nuestro regalo navideño.

Los dejo con una fotito mía en las navidades pasadas...


...mi colita es contundente testimonio de cómo se escarapela mi hermoso cuerpecito por causa de los cuetes. Creo que a mi pequeña fotógrafa tampoco le hacen bien.
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Arrumacos felinos

miércoles, diciembre 12

PARARARÁN PAM POM POM

Lunes por la noche. Mi asistente y yo nos encontrábamos debidamente arropados para entregarnos de lleno al sublime placer del sueño. Como siempre, instantes previos me lavé la carita y engominé mi retinto pelaje con amilasa salival. Extendí mis garritas para abrazarme a su tobillo-almohada y lancé el suspiro que suele dar pase a melifluos momentos como ése. Ya había notado que mi pequeña Anasia aún estaba pestañeando muy concentrada mirando el techo.


- Moreno - me dice.

- ¿Ah?- le digo en gatuno, o sea muevo mi orejita, temiendo ya lo peor.

- ¿Tú crees que sea muy difícil cantar Gopher como lo hace Ima Súmac?

- Ni se te ocurra -le digo mientras me coloco de lado hacia la izquierda, pero como la restricción fue siempre su mejor carta pase, comenzó...

- Parararán pam pom pom

- (...)

- Parararán pam pom pom

- (...)


Como notarán iba llegando el temido momento cumbre (si no es Ima Súmac quien tiene la osadía, recalco) y lo hizo. Sí, pequeñas ardillas salvajes, mi asistente se atrevió a llegar a la parte más aguda de la canción sin tener la más remota afinación. Del susto y los nervios se me pararon sistemáticamente los pelos desde el cogote hasta la punta de la cola mientras me levantaba de un brinco de la cama y huía raudo como si me persiguiera una estampida de rottweilers. Ella, presa del éxtasis, ni se percató.

- Aaaaaala, ¡lo hice!, ¿oíste, Ptolo?....¿Ptolo?...

Quedé tocado. Tomo agüita de valeriana como limonada. Quien va a castrar a alguien ahora, soy yo.
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Arrumacos felinos


domingo, diciembre 9

Sólo pasaba...
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...a detenerles un momento la mañana.
(Toda la historia de hoy viene en el verdor de mis ojos. No besen la pantalla)

viernes, diciembre 7

POR UNA CABEZA

No lo volveremos a hacer. Al menos gratis, no. Esta madrugada contraté a un par de amigos cantantes para que me ayudaran a entonarle unas rancheras a mi amada Priscila, una minina dueña de fascinante belleza y garbo que me traen babeando como gatito con rabia. Íbamos de los mejor, entonando La calandria en re mayor (más o menos la cuarta canción) cuando de algún lugar lejano oímos gritos. Creímos, entonces, que éramos ovacionados por el público así que, cual barítonos, henchimos más el pecho y le subimos el volúmen a nuestra melodía. Estuve a punto de irme con palmas al concluir Mi destino fue quererte cuando un zapato volador apareció de oeste a este impactando justo delante de uno de mis camaradas quien horripilado salió disparado del escenario. Yo, quien siempre fui y seré un gatito que los tiene muy bien puestos, traté de arreglar el impase con la autora de dicha afrenta, la vecina L.
"¿Algún problema, vecina?", le dije. Pero era muy tarde, estaba totalmente fuera de sí y entonces sucedió. Nos empapó hasta el último hermoso poro y no contenta con ello nos arrojó todo cuanto encontró a su lado porque del cielo nos caían cosas tan inusuales como vergonzosas y fétidas. Conocedores del asunto, algunos amigos de las leyes me han ofrecido su ayuda desinteresada para subsanar esta deshonra. Juntaré las pruebas respectivas y veremos. Aunque no descarto que con el paso de los días pueda recibir las disculpas del caso, de lo contrario, señora L., nos veremos en los tribunales.
Ahora bien, dicho impase trajo cola. Enterada de la trifulca de esta madrugada, mi asistente amenaza con extirpar mi masculinidad "para que esté más tranquilo". Ciudadanos del mundo, una tan desequilibrada como pequeña mujer amenaza con privarlos de la diseminación de mis genes y belleza, ¡en qué momento comenzó el fin del mundo, miserables!
Enojados por todo esto, mis compañeros líricos y yo, hemos tomado la lamentable decisión de no volver a presentarnos gratis en público y sin las medidas de seguridad del caso. Afortunadamente, el congreso se está preocupando cada vez más por los espectáculos públicos. Muy pronto les alcanzaré nuestro repertorio y los honorarios respetivos. Me voy indignado.
Arrumacos felinos

miércoles, diciembre 5

REFLEXIONES MATINALES

Campo y anchura para la hermosura. Esta mañana llegaba raudo a la hora del desayuno luego de una gratificante noche de serenatas a mi bella novia cuando me encontré con la pequeña Anasia, mi asistente, despierta ¡a las 8 de la mañana, con mandil y cuaderno bajo el brazo!, supuse que su ya tan mentada huelga universitaria había concluido, pero grande fue mi sorpresa al enterarme que en realidad estaba yendo a una campaña de desparasitación gratuita a infelices canes cuyos dueños los tienen en situación de abandono. Le eché mi verduzca mirada a modo de bendición y de paso le estiré mi patita hacia mi táper de Whiskas para que no se le olvide cumplir con sus deberes hacia mí. La pobre, que anda cada vez más torombola, me dejó un poco de conejina en lugar de mis galletitas felinas, me percaté de su estado semiinconsciente, semidespierto, semidespeinado, así que me limité a agradecerle el gesto y esperar que otro de mis parientes humanos apareciera por nuestro comedor para que me sirviera el desayuno. Complacido ya de mis gástricas necesidades me he sentado en la terraza de mi casa desde donde puedo ver el parque de la vuelta, los niños y sus violentos juegos y a mi querida minima acicalándose el rayado pelambre en la ventana de su departamento. Le muevo mis orejitas porque ella sabe que es mi forma de decirle que la quiero y ella enrosca su rabito en respuesta. Nos dedicamos a mirarnos. Si los humanos supieran tener el silencio como arma de seducción otra sería la historia, cómo no. Si no, pequeñas ardillas salvajes, mírennos a nosotros los gatos, siempre silenciosos y con una vida amorosa plena.
Acaba de llamar mi pequeña asistente con el cuento que le madrugaron la billetera en el micro. No creo que haya perdido mucho, siempre carga moneditas nada más. Una lástima, sin embargo, que mi mejor fotografía se encontrara allí y ahora esté en manos de inescrupulosos.
Con esa lamentable noticia me despido de ustedes por hoy.
Arrumacos felinos

martes, diciembre 4

AQUÍ NO HAY GATO ENCERRADO

Pese a mi ya sabido gusto por la pluma (no de pajarito, ah) me rehusé por mucho tiempo a relatarles mis múltiples experiencias felinas. Ahora bien, orgullosísimos de mí mis familiares, los E., no tienen sosiego en expresar lo magno que soy, eso sin contar la insistencia de parientes lejanos, camaradas, compañeros de trabajo y demás fanaticada he decidido aperturar este breve espacio de expresión. Debo confesar que debido a mis innumerables ocupaciones no tuve tiempo de acudir a la escuela durante mi infancia (aunque todos sabemos que en el caso de los gatos es innecesario puesto que nosotros nacemos sabiendo) por ello soy un poco lento en la escritura, sobre todo electrónica, así que sin más remedio recurro a mi fiel asistente Anasia para dirigirles estas previas (y también las subsiguientes) líneas.
Como comprenderán, pequeñas ardillas salvajes, el tiempo no es algo que sobreabunde en mi vida. En este preciso instante iré a consumir mis balanceados alimentos para luego relevarle el turno a mi compañero de trabajo. Nosotros somos vigilantes profesionales, un oficio del cual me enorgullezco. Esta semana me toca rondar la cuadra por la tarde, eso me da tiempo por las noches para engalanar con mi canto a cierta minina que me eriza los bigotes de loca pasión, otro día les contaré esa perturbadora historia. Ahora debo irme no sin antes hacerles saber que dirigirme a ustedes hoy fue tan jocundo en su caso como en el mío.
Arrumacos felinos