miércoles, diciembre 5

REFLEXIONES MATINALES

Campo y anchura para la hermosura. Esta mañana llegaba raudo a la hora del desayuno luego de una gratificante noche de serenatas a mi bella novia cuando me encontré con la pequeña Anasia, mi asistente, despierta ¡a las 8 de la mañana, con mandil y cuaderno bajo el brazo!, supuse que su ya tan mentada huelga universitaria había concluido, pero grande fue mi sorpresa al enterarme que en realidad estaba yendo a una campaña de desparasitación gratuita a infelices canes cuyos dueños los tienen en situación de abandono. Le eché mi verduzca mirada a modo de bendición y de paso le estiré mi patita hacia mi táper de Whiskas para que no se le olvide cumplir con sus deberes hacia mí. La pobre, que anda cada vez más torombola, me dejó un poco de conejina en lugar de mis galletitas felinas, me percaté de su estado semiinconsciente, semidespierto, semidespeinado, así que me limité a agradecerle el gesto y esperar que otro de mis parientes humanos apareciera por nuestro comedor para que me sirviera el desayuno. Complacido ya de mis gástricas necesidades me he sentado en la terraza de mi casa desde donde puedo ver el parque de la vuelta, los niños y sus violentos juegos y a mi querida minima acicalándose el rayado pelambre en la ventana de su departamento. Le muevo mis orejitas porque ella sabe que es mi forma de decirle que la quiero y ella enrosca su rabito en respuesta. Nos dedicamos a mirarnos. Si los humanos supieran tener el silencio como arma de seducción otra sería la historia, cómo no. Si no, pequeñas ardillas salvajes, mírennos a nosotros los gatos, siempre silenciosos y con una vida amorosa plena.
Acaba de llamar mi pequeña asistente con el cuento que le madrugaron la billetera en el micro. No creo que haya perdido mucho, siempre carga moneditas nada más. Una lástima, sin embargo, que mi mejor fotografía se encontrara allí y ahora esté en manos de inescrupulosos.
Con esa lamentable noticia me despido de ustedes por hoy.
Arrumacos felinos

2 comentarios:

Anónimo dijo...

sos grande Polo

Anónimo dijo...

Tío Gabriel, mil veces te he dicho que me llamo Ptolo (léase /tolo/) y no esa cosa que tú siempre me dices y/o escribes.
Gracias por venir, saludos por casa

=^.^=