viernes, diciembre 7

POR UNA CABEZA

No lo volveremos a hacer. Al menos gratis, no. Esta madrugada contraté a un par de amigos cantantes para que me ayudaran a entonarle unas rancheras a mi amada Priscila, una minina dueña de fascinante belleza y garbo que me traen babeando como gatito con rabia. Íbamos de los mejor, entonando La calandria en re mayor (más o menos la cuarta canción) cuando de algún lugar lejano oímos gritos. Creímos, entonces, que éramos ovacionados por el público así que, cual barítonos, henchimos más el pecho y le subimos el volúmen a nuestra melodía. Estuve a punto de irme con palmas al concluir Mi destino fue quererte cuando un zapato volador apareció de oeste a este impactando justo delante de uno de mis camaradas quien horripilado salió disparado del escenario. Yo, quien siempre fui y seré un gatito que los tiene muy bien puestos, traté de arreglar el impase con la autora de dicha afrenta, la vecina L.
"¿Algún problema, vecina?", le dije. Pero era muy tarde, estaba totalmente fuera de sí y entonces sucedió. Nos empapó hasta el último hermoso poro y no contenta con ello nos arrojó todo cuanto encontró a su lado porque del cielo nos caían cosas tan inusuales como vergonzosas y fétidas. Conocedores del asunto, algunos amigos de las leyes me han ofrecido su ayuda desinteresada para subsanar esta deshonra. Juntaré las pruebas respectivas y veremos. Aunque no descarto que con el paso de los días pueda recibir las disculpas del caso, de lo contrario, señora L., nos veremos en los tribunales.
Ahora bien, dicho impase trajo cola. Enterada de la trifulca de esta madrugada, mi asistente amenaza con extirpar mi masculinidad "para que esté más tranquilo". Ciudadanos del mundo, una tan desequilibrada como pequeña mujer amenaza con privarlos de la diseminación de mis genes y belleza, ¡en qué momento comenzó el fin del mundo, miserables!
Enojados por todo esto, mis compañeros líricos y yo, hemos tomado la lamentable decisión de no volver a presentarnos gratis en público y sin las medidas de seguridad del caso. Afortunadamente, el congreso se está preocupando cada vez más por los espectáculos públicos. Muy pronto les alcanzaré nuestro repertorio y los honorarios respetivos. Me voy indignado.
Arrumacos felinos

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Ptolo

Por medio de estas líneas, quiero expresarte mi solidaridad ante el maltrato psicológico que te ha tocado padecer y que parece tener como único objeto minar tu moral e inhibirte de que puedas expresarte artística y virilmente en el futuro.

Nadie puede amenazarnos de buenas a primeras con cercenarnos ninguna de nuestras partes, menos las pudendas. En mi caso, si bien R no ha deslizado abiertamente la idea de emascularme, mientras sesteo o a la fuerza he sido objeto de tijeretazos arteros; mis cejas, bigotes y uñas se ven periódicamente reducidos en sus dimensiones naturales por obra y gracia de este estilista-paticurista frustrado. Así que mis sospechas de que me inflijan algún corte más agraviante -tarde o temprano- no son descabelladas. Pero no podrán con nosotros, Ptolo.

Eso, sí, camarada. No creas que eres el único incomprendido. Me remito a un anónimo congénere que en el pasado le tocó el privilegio de acompañar los días del eximio cuentista que fue Ribeyro. Ante la abulia de R, pasé la noche del domingo transcribiendo los textos que él seleccionó e invito a leer.

No quiero dejar pasar la oportunidad para felicitarte por tu blog. Algún día espero crear el mío. Soy consciente de que mi experiencia gatuna es escasa y mi vocabulario limitado. Por ahora me conformo con escribir utilizando plumones de diferentes colores en los cuadernos espiralados que R me provee, y que calzan perfectamente con el tipo de ideas y sensaciones que por ahora se me hacen necesarias expresar. Ya habrá tiempo para dedicarse a proyectos más ambiciosos. Albergo la esperanza de encontrarnos en la misma ruta creativa.

Abrazos felinos,
Aryel, alias Arello, alias Acuarelo

Ptolo dijo...

Pequeño Acuarello:
Agradezco de antemano tu visita. Con respecto a mis problemas judiciales te contaré que aún no he redactado la carta notarial por medio de la cual solicito las disculpas del caso. Como tú sabrás, los gatos somos ciudadanos muy ajetreados. Pensaba ocuparme personalmente del asunto, pero lo dejaré por entero en manos de mis abogados. De darse un careo público te lo haré saber para contar con tu apoyo en esta noble causa.
Respecto a mi otro caso, no te preocupes. Luego de denunciar públicamente las sucias intensiones de mi asistonta (ella) ha reprimido sus bisturíes. Desde que la pobre llevó un curso de cirugía básica anda queriendo castrar, eviscerar y suturar a todo mundo. Es un asunto controlado por aquí, la pongo a hacer unos sudokus conmigo y la mantengo distraída. No pueden con nosotros, sí, porque nosotros nacemos sabiendo.
Leí las transcripciones que hiciste con tus blondas manos, pequeño ardillo salvaje, me alegra saber que existieron más humanos que supieron reconocer nuestra compañía y nos han inmortalizado en la literatura. Estamos a un paso de nuestro monumento en la Plaza de armas.
Muy pronto te alcanzaré el e-mail de mi pequeña Anasia, ella tiene muchos cuadernos con pintorescos y primariosos dibujos. Estoy seguro que tendrían mucho por intercambiar.
Sobre tus próximos escritos, espero que no tarden tus deseos de aventurarte a tan magna empresa, total, los gatos nacemos sabiendo.

Una lamidita y arrumacos felinos

=^.^=